El pequeño pueblo de Rennes-le-Château es famoso gracias a un misterio. ¿Cómo pudo su párroco, de origen humilde, codearse con la realeza, hacerse construir una lujosa villa y restaurar su iglesia gastando una fortuna? ¿Encontró el tesoro de los templarios? ¿Unos documentos que probaban que Jesucristo había tenido descendencia? ¿Fue un corrupto?
Se han escrito libros, rodado documentales, llevado a cabo estudios sobre el terreno… pero ese misterio rodeado de leyendas sigue sin desvelarse. ¿Qué mejor manera de atraer a curiosos y turistas antes de llegar a la ciudadela medieval de Carcasona mientras recorren la ruta por Carcasona y sus alrededores?
A pesar de que el pueblo de Rennes-le-Château alcanzó su fama –que aún conserva– a finales del siglo XIX, se han encontrado restos que demuestran que la zona estuvo poblada desde el año 4.000 a.C. Siguió estándolo durante la época romana y también formó parte del Camino de Santiago. Además de las guerras de la herejía cátara, también sufrió las de frontera, siendo conquistado por la corona de Aragón en dos ocasiones.
Pero fue la llegada de un “simple” párroco, Bérenger Saunière, la que cambió todo…
La vida del abad Saunière está tan llena de leyendas que incluso su traslado a la parroquia de Rennes-le-Château, en 1885, no se sabe si se debió a un “castigo” por un encontronazo con un superior o a un retorno voluntario a la que era su región.
El caso es que, a su llegada, se encontró con una iglesia casi en ruinas que necesitaba ser restaurada. Durante las obras, descubrió en el altar, en un pilar carolingio, unos pergaminos, los que darían vida a la leyenda. A partir de ese momento, la vida del pequeño pueblo cambió: reyes, nobles y otros personajes importantes comenzaron a pasar con frecuencia por la casa del párroco y él mismo viajó a París. El nivel del vida del abad se disparó, llegando a construirse una villa con una torre almenada y un invernadero de cristal, además de restaurar y redecorar la iglesia.
¿De dónde sacaba el dinero para todo? Es el gran misterio, el misterio de Rennes-le-Château. Además de las muchas versiones más o menos fantásticas de las que hablaré más adelante, hay una más “terrenal” y comprobada. El párroco vendía misas –más de 100.000– que nunca se llegaron a celebrar, pedía donativos y desviaba los fondos de la iglesia para su uso personal. Tanto es así que fue apartado de su cargo por el obispo de Carcasona. ¿Qué hizo el pueblo ante esta situación? Dejar vacía la iglesia y asistir cada domingo a la capilla que el párroco se había hecho construir en su casa para seguir oyendo sus sermones.
¿Pero esos engaños serían suficientes para acumular tal riqueza?
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no entiendo nada