El fin del mundo,Las 7 señales del apocalipsis ( 2 de 2 )

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Elízabeth Delgado Rodríguez

Si los acontecimientos narrados en el Apocalipsis de san Juan platearan la extinción de la vida en el planeta, esto constituiría una contradicción con los propios fundamentos expuestos en ese mismo libro sobre la Eternidad. ¿Qué implicación metafórica tiene la palabra sello? Sencillamente, el ocultamiento de algo. En consecuencia, la apertura de los 7 sellos no puede referirse a la develación de hechos comunes en nuestra historia, tales como: guerras, hambre o pestes, si no la apertura de algo que ha estado oculto por siglos. Si los 4 jinetes representaran hambre, guerra, peste y destrucción masiva, no estaríamos hablando de algo nuevo en la historia humana. Por tanto, mi interpretación es que los mismos representan metáforas utilizadas para exponer la llegada de hechos opuestos a lo que se ha venido imponiendo. ¿Cuántos terremotos ha habido a lo largo de la historia? Cuando ese Libro señala la llegada de un terremoto descomunal antes de la venida del Señor Jesús, se refiere (metafóricamente) a un hecho social novedoso tan sólo comparable a un fenómeno similar. Yo pienso, particularmente, que el estilo poético con el cual fue escrito el Apocalipsis pretende narrar la consecución final del estilo de vida llevado por el hombre hasta la época moderna, según el cual se ha comportado históricamente como amo de la existencia. En primer lugar, debemos entender la narración del Apocalipsis como parte de una secuencia de hechos que tiene su origen en el Génesis, lo cual es corroborado cuando el señor expresa: “Yo soy el Alfa y la Omega”. Es decir, el Libro de las Revelaciones es la parte bíblica donde se cuenta el anhelado fin de la rebelión contra de Dios y su creación. Desde el Egipto faraónico hasta el día de hoy existen grupos de poder autodenominados lluminati que representan 1/3 de la población mundial, quienes detentan el 95% de los recursos del planeta, controlan los gobiernos del mundo y manejan la industria armamentista e incluso alimentaria a nivel mundial. Por tanto, Juan utiliza el mismo “lenguaje alegórico” de esos poderes ocultos (que han sido los mismos en diversas etapas de la historia humana) para describir una serie de acontecimientos distintos a la descomposición común. Por otro lado, es un hecho que la sociedad judía tiene una participación fundamental en las historias narradas a lo largo de la Biblia y, por tanto, en la descripción de los hechos planteados en el Apocalipsis. Así, cuando el Apocalipsis indica que antes de la venida del Señor el sol se volverá negro y la luna se tornará roja como sangre, se profetiza el final de los dos polos de poder mundial que siempre han existido figurados como astros (empezando con los imperios babilónico y egipcio). Ya en la época de Jesús los fariseos formaban parte de una secta ocultista. Y hoy, paradójicamente, no es casual que el estado de Israel sea manejado por grupos sionistas vinculados a los lluminati. Tradicionalmente, el pueblo judío se ha considerado “luz de luna”, por tanto, una vez iniciada la transformación de este mundo, esa luna distinta a la luz de Jesús (a quien nunca aceptaron) ya no los alumbrará más. Actualicemos la información que nos dejó Juan. Hoy, el estado de Israel posee un vasto arsenal nuclear y la administración estadounidense maneja decenas de laboratorios que facilitan la diseminación de enfermedades, engrosando así las ganancias del cartel farmacéutico coordinador de los mismos. Igualmente, los militares rusos y estadounidenses manipulan una potente tecnología destructiva a través de la cual han reproducido terremotos, tsunamis, sequías o deslaves y el control del espectro radioeléctrico en su totalidad…Es bastante curioso que los documentales que pretenden interpretar el Libro de las Revelaciones no mencionen la existencia de esta tecnología denominada HAARP o de esos laboratorios. En consecuencia, son grupos de poder muy específicos quienes están aumentando el deshielo de los polos para hacer crecer los mares e inundar grandes extensiones del globo terráqueo generando terremotos, sequias y diseminando enfermedades, entre otros desastres. Muchos de estos desastres no son naturales ni mandados por Dios, como pretenden hacernos creer en esos documentales, si bien estos fenómenos pueden suceder de manera natural. El planeta tierra tiene un diseño perfecto, sólo algunos grupos humanos se han encargado históricamente de destruirlo. El uso indebido de este tipo de armas pretende hacerle creer a la población mundial que cualquier desastre es producto de un castigo divino ya advertido en las Sagradas Escrituras. El fin del mundo narrado en la Biblia no se refiere a la culminación de la vida natural, si no a la culminación del mundo tal y como ha sido concebido por la maldad humana hasta ahora. Creer que Dios va a destruir el mundo con fuego, agua o armas bacteriológicas es interpretar a Dios con cerebro humano.

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