En la antigüedad, no existían los apellidos, por lo menos no en la forma que conocemos. El DRAE – Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define apellido como: “nombre de familia con que se distinguen las personas. Nombre particular que se da a varias cosas. Sobrenombre o mote.”
Los apellidos en español tienen mucho significado en su contenido y estructura. Foto: http://www.unidiversidad.com.ar/
Si tomamos la Biblia como referencia, nos encontraremos con que los personajes del Antiguo y Nuevo Testamentos eran conocidos principalmente por sus nombres: Abraham, Moisés, Pedro, Juan, Mateo, Jesús, María y José, etc. No había tal cosa como Abraham Pérez, Mateo Delgado y/o José García. (Por cierto: Iscariote no era el apellido del traidor Judas, así como Tadeo no era el apellido del discípulo de Cristo. Eran apenas sobrenombres, es decir, apodos que representaban una característica moral, social ou cultural de los personages). (Ver nota al final del texto).
Ahora bien, con el paso del tiempo, las comunidades fueron pobladas cada vez más y más y… de repente, comenzaron a surgir las dudas, como podemos ver en la siguiente conversa:
– Llévale este mensaje a Juan.
– ¿Cuál Juan? – preguntaba el mensajero, ya que existían dos Juan en la misma localidad.
– Pues, Juan, aquel ‘del valle’ – explicaba el remitente al mensajero, para poder distinguirlo del otro Juan, aquel ‘del monte’.
En este caso, los apellidos ‘del Valle’ y ‘del Monte’, tan comunes en la actualidad, surgieron como resultado del lugar donde vivían estas personas. Estos son los llamados ‘apellidos topónimos’. Jesucristo foi conocido como Jesus de Nazaret, haciendo referencia a la ciudad donde pasó la mayor parte de su vida.
La Toponomia (del griego ?????, “lugar”, e ?????, “nombre”, significa, por tanto, “nombre del lugar”). Es la rama de la onomástica que estudia los nombres geográficos o topónimos, es decir, los nombres propios de los lugares, de su origen y evolución. Es considerada una parte de la lingüística, teniendo sus fuentes en la historia, la arqueología y la geografía. (MARTINEZ JIMENES et al, 2011).
Dentro de esta categoría están los apellidos Arroyo, Canales, Costa, Cuevas, Peña, Prado, Rivera (que hacen referencia a algún accidente geográfico) y Ávila, Burgos, Logroño, Madrid, Toledo (que derivan de cierta ciudad de España).
Otros apellidos se originan de alguna peculiaridad arquitectónica con la que se relacionaba una persona. Si tu antepasado vivía cerca de varias torres, a pasos de unas fuentes, detrás de una iglesia, al cruzar un puente, o era dueño de varios palacios, pues, ahora entiendes el porqué de los apellidos Torres, Fuentes, Iglesia, Puente y Palacios. Es posible que hayas tenido algún ancestro que tuviese algo que ver con la flora y la fauna. Quizás criaba corderos, cosechaba manzanas o tenía una finca de ganado. De ahí los apellidos Cordero, Manzanero y Toro.
Los oficios o profesiones del pasado también han producido muchos de los apellidos de estos tiempos. ¿Conoces a algún Labrador, Pastor, Monje, Herrero, Criado o Vaquero? Pues ya sabes a qué se dedicaban sus antepasados durante la Edad Media.
Otra manera de crear apellidos era a base de alguna característica física, un rasgo de su personalidad o de un estado civil. Si no era casado, entonces era Soltero; si no era gordo, era Delgado; si no tenía cabello, era Calvo; si su pelo no era castaño, era Rubio; si no era blanco, era Moreno; si tenía buen sentido del humor, era Alegre; si era educado, era Cortés. Imagine.
Quizás la procedencia más curiosa sea la de los apellidos que terminan en -ez, como Rodríguez, Martínez, Jiménez, González, entre otros muchos que abundan entre nosotros los hispanos. El origen es muy sencillo: -ez significa ‘hijo de’. Por lo tanto, si tu apellido es González es porque tuviste algún antepasado que era hijo de un Gonzalo.
De la misma manera, Rodríguez era hijo de Rodrigo, Martínez de Martín, Jiménez de Jimeno, Sánchez de Sancho, Álvarez de Álvaro, Benítez de Benito, Domínguez de Domingo, Hernández de Hernando, López de Lope, Ramírez de Ramiro, Velázquez de Velasco, y así por el estilo. Así mismo ocurre en otros idiomas: Johnson es hijo de John en inglés (John-son); MacArthur es hijo de Arthur en escocés; Martini es hijo de Martín en italiano.
Es así como, poco a poco, durante la Edad Media, comenzaron a surgir los apellidos. La finalidad era, pues, diferenciar una persona de la otra. Con el tiempo, estos apellidos tomaron un carácter hereditario y pasaron de generación en generación, con el propósito de identificar no solo personas, sino familias.
Nota: En portugués, diferente del español, el significado del apellido es inverso del significado del sobrenombre. Es decir, apellido (“apelido”, “apodo”), significa sobrenombre y sobrenombre (“sobrenome”) es apellido.
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