Ensalada de lenguas.
Qué ocurre con los idiomas en la penÃnsula Ibérica? ¿qué significa hablar catalán «en la intimidad»? ¿hablan portugués los gallegos, o hablan gallego los portugueses? ¿que pasa con el catalán y el valenciano que hasta hay peculiares sentencias judiciales? ¿se habla castellano o español? ¿es el andaluz un idioma?
Para comprender el origen de todas estas cuestiones es necesario armarse de una buena objetividad, y desprenderse de todos aquellos tópicos y tendenciosas comprensiones de la Historia, modificada y manipulada la mayor parte de las veces por intereses muy alejados de la precisión académica. Hasta la misma tradición universitaria ha acabado condicionada por intereses polÃticos, sucumbiendo al partidismo general, prácticamente omnipresente en la sociedad.
Es importante establecer un punto de partida adecuado, sorteando aquello de «¿qué fue primero, el huevo o la gallina?». Por tanto, se entiende que hay que volver atrás en el tiempo, al punto mismo en el que no existÃan ni naciones, ni lenguas.
Independientemente de cuál fue el momento y lugar preciso en el que la especie humana comenzó a emitir sus primeras palabras, nos basta ahora mismo con ser conscientes de que con estas, los seres humanos primitivos fueron capaces de expresar ideas abstractas, más allá de las meras necesidades animales. Parece suficiente con suponer que en aquellos momentos, cada tribu utilizó los sonidos que mejor les parecieron con los que representar e identificar a sus temores, sus necesidades, y sus virtudes.
El nombre de las lenguas
Aunque puede parecerlo, determinar el momento a partir del cuál estos grupos comenzaron a ponerle un nombre a su propio lenguaje no es tan evidente. Es decir, mientras que la tribu identificaba mediante sÃmbolos (escritos o sonoros) lo que le era de necesidad o utilidad según sus creencias (utensilios, peligros, dioses, etc.), la perentoriedad o urgencia de hacerlo con el propio idioma se intuye que debÃa ocupar un segundo plano.
Se puede asumir perfectamente que las tribus de la antigüedad se identificaban con su habla, en el momento encontraron otras tribus que utilizaban un código o idioma distinto. Parece muy probable por tanto, que el habla de un grupo reconocible como tal no recibiera más nombre que «la lengua de» el grupo o tribu en cuestión (independientemente de las variantes que dentro de esta lengua existieran).
Por ejemplo, la «lengua ibera» recibe tal nombre al ser la que utilizaba dicha tribu. Pero este es el nombre que el resto de culturas e historiadores le han puesto, asociando cada tribu con una lengua. Además de la confusión que esto puede llevar, tampoco se está seguro de cuál era el nombre que el propio grupo le daba. La necesidad de denominar a una lengua apenas era necesario más que para diferenciarla del resto, ya que la lengua propia era la habitual y no necesitaba de mayor seña.
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